Beatriz Maeztu Herrera

Cuando miramos desde la visión sistémica y fenomenológica los asuntos que mueven a las personas a solicitar un acompañamiento para mejorar algo de sus vidas, el facilitador de Constelaciones con mirada amplia y sensibilidad, se abre a recibir información que emerge del campo en el que están inmersos consultante, terapeuta y todos los sistemas a los que pertenecen. Entonces surgen regalos de esa relación terapéutica bidireccional en la que ambos se influyen mutuamente creando ese espacio conectado al campo desde el que, espontáneamente, brotan respuestas con fuerza, con frecuencia inesperadas.

Por “campo” me refiero – como bien sabrán muchos lectores- al marco en el que se contextualiza el trabajo de Constelaciones, que lo envuelve todo, con el que se está en sintonía a través de una profunda conexión y del que emerge información con la que se va elaborando, fenomenológicamente, el proceso de acompañamiento. Cada paso nos lleva al siguiente y se van sintiendo con certeza interna, insólita a veces, creando una emoción compartida por algún descubrimiento que proporciona claridad, fuerza, paz, descanso que supone a veces el fin de la agotadora búsqueda a las que muchas personas se ven abocadas.

De esta satisfacción se derivan importantes cambios. Las personas que consultan y lo viven conscientemente, nos devuelven mensajes de comprensión, agradecimiento, tienen la sensación de que “ahora todo encaja”, “ahora tiene sentido”.

En mi opinión, para que emerjan esas respuestas con veracidad, tienen que darse unas circunstancias: unas tienen que ver con el momento del proceso y la actitud de la persona que acude a consulta. Algunos aspectos por parte del terapeuta también influyen para que así sea. Si reflexionamos acerca de cuáles serían los ingredientes esenciales para que esto se dé, algunos de estos pudieran ser, a mi entender: confianza, apertura, centramiento, presencia y entrega mutuas, una buena formación de base, permanente y supervisión (conocimientos integrados, habilidades y destrezas), responsabilidad, flexibilidad, humildad y -por supuesto- acompañar amorosamente.

Una dinámica importante: el gemelo solitario

Me detengo aquí para destacar la importancia de alguno de los aspectos referidos que considero tan necesario. Se trata de, coherentemente con lo expuesto, incorporar a nuestro bagaje como terapeutas o facilitadores de Constelaciones algunas figuras claves que me parecen imprescindibles en nuestro repertorio, como la del gemelo solitario. La escuché y presencié por primera vez de la mano de Francisco Lorca en sus talleres, de él aprendí muchísimo. En este tema, Peter Bourquin y Carmen Cortés son grandes referentes y lo han difundido con mucho acierto, con ellos me he formado posteriormente en este sentido y he seguido aprendiendo.

La dinámica del gemelo solitario es uno de los descubrimientos que con cierta frecuencia surgen en una sesión de Constelaciones, ya sea grupal o individual. Es una de las causas que puede producir sentimientos de gran soledad, angustia, tristeza infinita, insatisfacción permanente, a veces miedo y culpa, un vacío insoslayable. Siendo las Constelaciones una de las herramientas con las que nos podemos asomar al origen de un conflicto personal y con la que se puede recibir un impulso potente y rápido para fluir en la Vida con fuerza y armonía, resulta a mi entender importantísimo tener en cuenta esta experiencia temprana y aprender e integrar conocimientos suficientes acerca de ella.

Gracias a las Constelaciones, he tenido la oportunidad de presenciar y acompañar a personas a experimentar esa emoción profunda e intensa cuando se encuentran frente a una figura que representa a su posible gemelo evanescente y cuando descubren la posibilidad de que estuvieran acompañados en su gestación por otra persona que no nació. Desconocían esa existencia y tomar contacto con ella les proporciona respuestas nunca antes obtenidas, les encaja, les completa. Para que el campo brinde esa información, como constelador, se ha de estar formado y abierto a percibirla, pues se pueden atribuir a muchas causas posibles los conflictos que se presentan.

Hay tantos matices como casos, pero existe una gran coincidencia en muchos de ellos, como podemos conocer por las publicaciones* existentes y por los talleres a los que asistimos. Desde la apertura y confianza surgen respuestas como luces entre las capas de cebolla que se van abriendo en los procesos terapéuticos de los gemelos solitarios que no saben que lo son. En algún momento se llega a éstas si se dan las circunstancias adecuadas y se muestra como pieza fundamental de un puzle irresuelto hasta entonces, que encaja con un clic único, aportando sentido y alivio.

Es bastante habitual que aparezca en talleres y consultas y a veces surjan con claridad las evidencias que nos lleva a valorar la sospecha de ser un gemelo solitario… vienen a mi memoria varios casos interesantes. En esta ocasión describiré alguna sesión en la que se dieron momentos inesperados que tenían que ver con esta dinámica y donde las imágenes y movimientos que surgieron fueron especiales.

Un ejemplo: el caso de Inma

Inma es una mujer de 35 años, acude a consulta individual de constelaciones y se siente enganchada a la tristeza y al malestar físico y emocional… también siente rabia, sobrecarga y cansancio… “a veces quiero desaparecer”, “necesito tranquilidad, paz y fuerza: yo quiero estar bien”.

Tras el centramiento y los minutos de conexión iniciales para entrar en resonancia con ella y ponerme al servicio de la sesión que comenzaba, le pido que elija cuatro figuras: una que la represente a ella, otra para su tristeza, su rabia y su cansancio y que las coloque como siente que están situadas en relación a ella.

De la imagen que configuró destacaba lo siguiente:

La imagen me impactó y me llena de ternura todavía al volver a verla y recordar este caso. Ella estaba representada por la figura de la mujer y la de cuerpo humano con cara de conejo representaba su tristeza, frente a frente, no puede ver otra cosa, tan pegadas, casi fusionadas…

En el diálogo que surge con la imagen evocadora, expresa: “no puedo avanzar, tengo un obstáculo delante que no me deja… me produce tristeza estar siempre enferma, no poder con las cosas… prácticamente todo me produce tristeza”.

Los elementos de la configuración que cobraron protagonismo fueron estos dos: ella y su tristeza, si bien los demás elementos formaban parte del encuadre inicial aparecen como consecuencia del principal asunto sobre el que pusimos el foco de trabajo.

Las enfermedades que refiere son: infecciones de orina recurrentes, alergias, molestias de estómago, hongos… “ninguna grave pero una tras otra, una encima de otra…”.

En la indagación que surge en la propia relación terapéutica llegaron estas palabras con una emoción coherente y profunda en su cuerpo… palabras que tocan el corazón: “Es como tener la sensación siempre de no estar completa… es difícil explicarlo… en el trabajo, en mi salud, en mi familia, me falta siempre algo… desde pequeña no sé lo que es estar al 100%… es una sensación como si estuviera incompleta”.

Podrían encenderse diferentes “bombillas” pero ésta es inconfundible y no puedes mirar para otro lado: se hace presente la dinámica del gemelo solitario. Entonces le hago preguntas acerca del embarazo de su madre, de su nacimiento y de su infancia.

No la esperaban, fue una sorpresa, la madre la tuvo con 40 años, era la pequeña de seis hermanas, hubo unos meses en que esperaban que fuera un niño. “Siempre me ha acompañado esa tristeza, incluso el día de mi cumpleaños, después de la fiesta cuando se iba todo el mundo, me encerraba en mi cuarto y me ponía a llorar sin motivo ninguno”. Tenía dos muñecos favoritos: un osito y una ovejita que aún tiene… “Siempre soñaba con que tenía un hermano, lo imaginaba como una sensación de que él estaba allí, que me podía proteger porque era un niño, como alguien que me acompañaba siempre”.

Entonces le propongo ponernos de pie y situarnos con anclajes en el suelo ella y yo (en el rol de un posible gemelo -sin informarle a priori qué represento-). Tras tomar contacto visual y dejarnos sentir le pregunto qué siente y responde “ternura, tristeza… (se emociona y llora); me siento mal en mi cuerpo; me duele la cabeza; estoy insegura y temblorosa; estoy sudando”.

Le pido que se ponga en mi lugar y cambiamos las posiciones, entonces expresa:

“Siento un poco más de fuerza, ganas de vivir y no me siento triste” (siente el impulso de acercarse a mí, me pide permiso, me abraza y llora).

Ahí tienes la fuerza que te falta y de ahí viene la tristeza que te sobra -le digo- y le comento que hay muchos embarazos múltiples en los comienzos en los que, con frecuencia, sólo prospera un embrión… experiencias intrauterinas que no recordamos pero están en la memoria corporal y a nivel inconsciente y le explico algo del gemelo solitario – todo lo que has descrito coincide-, le digo. “Mi abuelo era gemelo” dice y continúa: “tengo la sensación siempre como de que tiene que llegar alguien, que falta alguien (llora)”.

Seguimos trabajando y la acompaño a dar algunos pasitos más en el reconocimiento de este posible gemelo y en la desidentificación con el gemelo muerto, en la inclusión y aceptación… Le propongo un diálogo coherente y muy conectado con su emoción que incluye frases sanadoras que ayudan a transformar en ternura esa profunda tristeza que la acompaña desde siempre y siento que esa parte amorosa que hay en ella, a la que acompaño a conectar, es quien la calma…

Al final de la sesión expresa que siente calma, plenitud, amor, esperanza y mucha comprensión… y no solo con palabras: su cuerpo y su expresión lo reflejan.

Las semanas siguientes recibí mensajes de su evolución llenos de alegría y agradecimiento. Cuatro meses después acude a consulta por otro asunto y me comenta “después de la consulta yo cambié de una forma brutal, tuve un subidón de salud, de energía… el cambio más fuerte que he tenido en mi vida, porque hasta entonces estaba muy atrapada, muy limitada… he estado toda mi vida triste y llorando sin saber el motivo y ahora de repente, yo estaba bien por dentro”.

Cuenta que tiene ganas de todo, en el trabajo también experimentó un cambio: “antes me faltaba confianza, pero desde que constelé contigo me han cambiado mucho los esquemas, ya tengo confianza plena en las cosas que pasan y esperanza”. Le pregunto ¿Qué ha cambiado? “Ha cambiado que yo estaba medio muerta y ahora vivo, yo estaba llena de dolores y no tenía ganas de vivir, no tenía ganas de salir, no tenía energía, no tenía vida… llevo de psicólogos desde los 13 años y no había cambiado en absoluto, una tristeza, una salud de pena… las personas de mi entorno han visto el cambio que he dado: ahora tengo ganas de vivir, tengo energía y el cuerpo me acompaña, puedo y quiero hacerlo, quiero vivir”.

Este caso es un ejemplo real de alguien que recibe una comprensión profunda del origen de aquello que limitaba su vida y la resonancia de esta sanación se da de forma repentina en todos los aspectos de ella y se mantiene en el tiempo. Un año después, cuando le pido permiso para exponer su caso en este artículo, muy agradecida y contenta de que esto pueda servir a más personas y también conmovida al recordar la sesión, me dice:

“Mi vida dio un giro de 180º y eso que desde entonces he vivido circunstancias muy duras: la muerte de mi padre, de mi perro y un divorcio y aun así puedo decirte que no estoy triste, sino sana, feliz y con esperanza”…”ojalá a alguien le pueda cambiar la vida tanto como a mí el saber este hecho de su concepción y embarazo y poder trabajarlo y sanarlo, todos los gemelos solitarios deberían poder sanar y vivir una vida plena, siempre honrando y recordando a ese gemelo, al igual que yo siempre tengo presente al mío”.

Evidentemente no todos los casos son así, pero es frecuente encontrarlos en Constelaciones, particularmente el asunto del gemelo solitario produce estas comprensiones sorprendentes y resulta fascinante la certeza y profundidad con que se dan.

Un representante peculiar

Tuve otro caso muy curioso, no tan claro para el consultante como el anterior, pero especial por la figura que lo representaba… en esta ocasión cuando le pedí al cliente que buscara una figura para él, dudó entre una figura masculina y otra femenina… concluyó que debían estar las dos al mismo tiempo. La consulta era online – pues vivimos a cientos de kilómetros-, le preguntaba cómo quería que las colocara de cerca y en qué posición exacta, cuando yo intentaba mantener las figuras sobre el tablero juntas como me pedía, se separaban y no le parecía suficiente cómo las ponía, así es que se me ocurrió ponerle una gomilla elástica rodeando ambas cinturas y le pareció buena idea… sintió que así estaba representado.

Varias características de su personalidad y de su biografía nos llevaban a la imagen gemelar representada de esa original forma, evocando un gemelo solitario como posible origen de aquella tristeza que lo acompañaba desde hacía tanto tiempo. Sin embargo, había duros motivos en su infancia que también se hacían presentes, lo que nos recuerda que, a menudo, se suman asuntos dolorosos y -no siendo el del gemelo solitario el único, al carecer de información biográfica evidente- es relativamente frecuente también que se cuestione la veracidad de esta figura. Sobre todo que el consultante dude – el facilitador lo suele sentir evidente-, sin embargo sólo puede sugerir, ofrecer la información, invitarlo a que lea algún artículo o libro y quizás en algún momento el consultante vuelva a resonar con eso… Comparto la foto del representante porque me pareció algo único.

Los gemelos solitarios aparecen en consultas y también en talleres con fuerza y evidencia, recuerdo dos casos de hace varios años:

“Lo tengo todo y sin embargo…”

En una ocasión acudió una mujer de algo más de 40 años a un taller. Contaba que estaba felizmente casada desde hacía muchísimos años, tenían varios hijos, un trabajo que le gustaba, amigos, familia, disfrutaba del tiempo libre… todo cuanto podía querer lo tenía, pero sentía que le faltaba algo que nadie ni nada podía darle, pensaba que estaba incompleta, que ella no era suficiente. En la entrevista a grandes rasgos no parecía que hubiera sucesos que pudieran haberle marcado en su infancia o adolescencia… sospeché de algún mandato familiar de autoridad y exigencia que pudiera haber colaborado a desarrollar algunas creencias limitantes, pero no parecía tener fuerza.

Le propuse salir directamente como protagonista de su Constelación e indagar en su pasado con una ‘Línea del Tiempo’ -a veces uso en la sesión esta técnica de PNL-, le pedí que se pusiera de pie en el centro vacío de la sala y que cerrase los ojos, yo permanecería junto a ella todo el tiempo manteniendo un contacto intermitente con la mano en el hombro o la espalda y la acompañaba con la voz. Le pedí a una persona que saliera, se pusiera frente a ella mirándola sin moverse del sitio y que avisara si en algún momento sentía algún impulso. Comenzamos a viajar hacia atrás evocando recuerdos en los que se sintiera de esa manera que comentaba en el presente, con un paso atrás fuimos a tomar contacto con otro momento en el que tuviera esa sensación que la angustiaba varios años antes y así viajamos hacia la juventud, adolescencia… evocamos recuerdos con distintas personas… la representante frente a ella no mostraba ningún cambio, sentía más bien frío, pasamos por la infancia y llegamos hasta el nacimiento y no hubo ningún cambio en la representante que elegí como “el origen” de su dificultad (no dije qué representaba hasta el final). Y bueno, en ese momento en el que no había surgido nada que tuviera resonancia en ninguna etapa de su vida, decidí llevarla un paso más atrás y le pedí que conectara con un momento de su gestación… entonces la representante del “origen” expresó intensos cambios con el cuerpo y la voz, tenía mucho calor, comenzó a moverse, quitarse ropa de abrigo y se acercó a la protagonista que abrió los ojos, se miraron como si de un reencuentro inesperado de dos personas conocidas y queridas se tratara, ambas comenzaron a reír, a mirarse, se tomaron de las manos, parecían dos gotas de agua, ambas rubias con ojos claros, en aquel momento se mimetizaron, se dijeron impulsivamente frases como “por fin” “¿dónde estabas?” “¿por qué has tardado tanto?”… se abrazaron, transmitían una emoción y alegría inmensa y la expresión de ella fue “esto era”, ”ahora sí”, “ya no me falta nada”.

Perdido de un extremo a otro

Tras llevar varios años bastante perdido y en un proceso de tratamiento psiquiátrico y psicológico intenso en los últimos tres años, con un diagnóstico de trastorno bipolar y muchas dificultades, un hombre de treinta y pocos años vino a constelar conmigo a un taller. Pasaba largas temporadas con depresión y otras subido en una euforia que le llevaba a “trabajar por dos” y a divertirse intensamente. Relata que durante mucho tiempo había llevado una “doble vida”. Tenía una carrera y puesto de trabajo importante, una pareja estable homosexual, había superado muchos y difíciles retos en su vida para conseguir todo lo que quería y no sabía qué era lo que le faltaba que lo hacía derrumbarse durante semanas y meses. Desconocía detalles de su gestación y al preguntarle algunos asuntos claves típicos del gemelo solitario, parecía que había muchas coincidencias aunque también había un asunto importante con el padre.

Elegimos un representante para él, otro por su madre y otro por su padre. Su representante miraba todo el tiempo para el suelo, pedí a una mujer que saliera y se tumbara en ese lugar, entonces la madre se acerca, se agacha y llora diciendo ”qué pena, qué pena”… el chico que lo representaba, no había estado nunca antes en un taller de constelaciones y no se atrevía a expresar lo que le estaba pasando cuando le pregunté, ante sus palabras “es que es algo muy raro, es que me da vergüenza…”

Le pedí que no se preocupara, que lo contara aunque no hiciera ningún movimiento y me dijo:

“ desde que ella se tumbó aquí la miro obsesivamente y siento unas ganas tremendas de tumbarme boca abajo completamente encima de ella, abrazarla y fundirme en uno”. Le dije que estaba bien y le pregunté si le apetecía tumbarse a su lado y eso hizo, sintiéndose muy bien los dos; ella sentía que era su gemela muerta y que era una mujer. Le pedí al consultante que se incorporase a su constelación y seguimos trabajando con aquella dinámica inesperada y desconcertante para él y todo iba encajando y adquiriendo sentido.

Semanas después supe que fue a visitar a su madre para preguntarle por su gestación y le dijo “hasta los 5 meses me estuvieron diciendo que venían dos niños, pero sólo naciste tú”, ese dato lo desconocía él y siguió investigando un tiempo y parece que le va mejor.

Conclusiones

Estos ejemplos de casos reales en los que se muestran gemelos solitarios sin buscarlo, evidencian la riqueza de lo fenomenológico, del campo y la importancia de los aspectos comentados de la actitud del facilitador.

Teniendo en cuenta la espontaneidad y determinación con la que surge la elección de las figuras en las sesiones individuales de Constelaciones, el significado y las comprensiones que evocan, la fuerza y certeza con la que los representantes en sesiones grupales ofrecen una información impensable para el consultante hasta el momento, esta herramienta se muestra como un gran regalo, con el que se articula un mensaje insospechado y esencial para recuperar la vitalidad, la fuerza para estar en la vida, las ganas de vivir, la calma, la armonía, la alegría… Especialmente en el caso de los gemelos solitarios. Son regalos que me hacen sentir enormemente agradecida y entusiasmada con lo que se nos brinda al practicar el Arte de las Constelaciones…

© Beatriz Maeztu Herrera, Octubre 2020

constela.es

Para más información (*):

Cuando el gemelo se hace presente. Artículo Beatriz Constela.es (185 descargas)